GENE2DIS
9 jul 2025
El sarampión fue eliminado en Chile en 1993, pero debido al riesgo de la importación de casos desde países donde todavía persisten brotes, el Ministerio de Salud (Minsal) decidió reforzar la vacunación contra esta enfermedad que es considerada una de las más contagiosas del mundo.
Se trata de una inmunización obligatoria administrada en dos dosis, la primera de ellas a los 12 meses de edad y, la segunda, a los 36 meses. Es considerada una vacuna segura y muy efectiva, ya que protege contra una infección viral cuyo grupo objetivo son principalmente los niños y niñas pequeños, y que puede provocar graves secuelas a largo plazo, incluso la muerte.
Como la idea es proteger a quienes visitan zonas del planeta donde la enfermedad no está del todo controlada, la estrategia del Minsal consiste en reforzar la vacuna contra el Sarampión (SRP) en los siguientes grupos al menos 15 días antes de su viaje fuera del país:
Las personas que viajan fuera del país y que deben vacunarse son:
Las personas nacidas entre 1971 y 1981, que no tienen dos dosis certificadas de la vacuna SRP, después de los 12 meses de edad.
Lactantes de 6 a 11 meses 29 días, quienes deben recibir una dosis.
Niños y niñas mayores de 1 año que tienen una dosis, deben recibir una segunda dosis, con un intervalo mínimo de 4 semanas.
Niños, niñas y adolescentes, que no cuenten con dos dosis de la vacuna SRP certificadas, deben iniciar esquema.
Estudiantes o trabajadores que en su lugar de destino les soliciten contar con registro de 1 o 2 dosis de la vacuna SRP.
Si existe cualquier duda sobre el calendario de inmunización de menores, la sugerencia es acudir a cualquier vacunatorio público o privado que tenga convenio con la Seremi de Salud correspondiente.
Llamado a vacunarse
Las personas nacidas entre los años 1971-1981 que no cuenten con un registro válido de dos dosis de vacuna SRP (en el Registro Nacional de Inmunizaciones o carné de vacunación) deben, a todo evento, iniciar su esquema de inmunización contra el Sarampión o ponerse al día con la dosis faltante. Es decir, independientemente de si viajen o no, están llamados a inocularse contra la enfermedad.
El Sarampión fue eliminado en Chile en 1993 y en 2016, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) certificó el fin de su transmisión endémica en todo el continente.
Sin embargo, existe un resurgimiento de brotes debido una baja cobertura de la vacuna en diversos países donde una parte de sus habitantes ha elegido no vacunarse. Uno de ellos, con más de mil personas registradas con la enfermedad en lo que va de 2025 y dos muertes a causa de ella. Según el Centro de Control de Enfermedades (CDC) de esa nación, el 97% corresponde a pacientes que no recibieron la inmunización. Otros lugares donde se han documentado situaciones parecidas es México.
La existencia de zonas donde la infección no aparece del todo controlada (la inmunidad colectiva se logra con un 95% de la población vacunada) ha significado que en años anteriores nuestro país registrara un aumento de casos importados: en 2018 se confirmaron 23, mientras que en lo que va corrido del año no hay notificaciones, según datos recopilados por el Instituto de Salud Pública de Chile (ISP).
Este panorama explica el llamado a reforzar la vacunación contra el Sarampión realizado por el Minsal. Como explicamos, estamos ante una enfermedad extremadamente contagiosa, donde un solo caso es capaz de iniciar un evento de “superpropagación”, ya que el 90% de quienes tienen contacto con una persona afectada contraerá la infección a menos que se encuentre vacunada.
El virus (Morbillivirus del Sarampión) se transmite a través de gotitas de saliva expulsadas al toser o al estornudar y puede permanecer en el aire por varias horas. Como no hay un tratamiento específico sino solo paliativo (o de alivio de los síntomas), la inmunización resulta clave. En Chile el esquema de dos dosis se administra junto a la vacuna contra la Rubéola y la Parotiditis (Paperas). De allí su nombre SRP.
El cuadro clínico típico del Sarampión consiste en fiebre alta y sarpullido. La erupción comienza entre tres a cinco días después de los primeros síntomas, que también puede incluir tos, secreción nasal, diarrea, infección del oído, conjuntivitis y molestia intestinal. Entre las complicaciones están la neumonía y la encefalitis con secuelas de por vida como ceguera, discapacidad intelectual y sordera. Eventualmente resulta mortal.
